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Mostrando las entradas de septiembre, 2012
Cadáver exquisito: El condenado miró por la ventana. La ventana estaba húmeda. Húmeda estaba su cara, las lágrimas le empapaban el rostro. Rostro… Él ya no tenía. Tenía solamente la culpa de sus actos, pesándole en el alma. El alma que él había perdido. Perdido en ese mar de sombras y locura entre barrotes de 2 x 1.40 debía tener su última instancia de alegría antes de su destino. Su destino y sus pensamientos hacían más grande su locura inocente. Inocente sólo de su destino, pero responsable de crear las circunstancias. Las circunstancias de aquel momento hacían imposible la idea de alegría. Alegría era lo que le había quitado a sus víctimas, a cambio de dinero y la ilusión de humanidad. Y la ilusión de humanidad se convirtió en una visión antropomórfica, y luego en alucinaciones psicodélicas causadas por la droga que compraba con aquél dinero. ¿Dinero…? Dinero es el nombre en la tierra de Mammón, el demonio del Dinero y la Avaricia. La Avaricia de Mammón lo fue consumiendo

Transfiguración

Transfiguración Tras otra explosión en su mente corrió a los cultivos, como si hubiera visto el infierno del ser. Y esa imagen fantasma que la seguía se transfiguró en la noche como un suspiro… Y  tras exhalar sus penas ella mira la luna. Y la luna la mira a ella, tan sola. Y como si los vientos, y los mares, y la lluvia, y  hasta el tiempo mismo se pararan, y se tornaran rojo sangre y lentamente se formaran otra vez, otra vez en sí. Y así ve cómo el espejismo de su mente es reemplazado por el de la noche, que como una madre la abraza. Y aquella inmensidad vacía lentamente es reemplazada por estar llena de nada. Y grita, canta, baila y salta, alegre. Pues ya es una con la noche. Pablo Daniel Fernández 12 / 9 / 12