TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

Ya no sé qué somatizo y que siento realmente. Sé que estoy enfermo del bocho, estoy diagnosticado y reconozco mi condición, pero… ¿y si mi cuerpo de verdad está enfermo? Anoche tuve palpitaciones. Volvió ese cosquilleo en el pecho, cerca de los pulmones, y ahora también en mi espalda. ¿Algo renal? No, difícil. Soy joven. Los jóvenes no se enferman de los riñones, creo. Pero algo debo tener, si no no me sentiría así. Si lo googleo seguro me sale que tengo cáncer, y en una de esas le creo. 

Saqué turno para el clínico el 26 del mes pasado. Le conté todo. Hasta me había hecho una lista con los síntomas que tengo. El tipo ni siquiera me hizo sentar en la camilla, me dio dos órdenes para placas y me dijo que trate de retomar mi otro tratamiento. Sí, claro, retomar mi tratamiento. Para él era obvio, total soy un caso más. ¿Cómo le explico que no puedo retomar un carajo? Hace ya un año que mi obra social no tiene cobertura de salud mental, él ya lo sabe y se hace el pelotudo porque total ya le pagué la consulta. No le dije nada, no quería discutir y ponerme peor. Novecientos pesos por dos órdenes para unas placas de mierda, y sigo sin saber qué tengo. 

Hay días en que me olvido de que estoy enfermo, al menos por un rato. Generalmente son los días que hablo con ex-compañeros del colegio, o que me siento en ese barcito de Recoleta que me gusta a tomarme un té de manzanilla (con barbijo y protocolo, por supuesto). Me duele quemar la plata en boludeces no teniendo laburo fijo, pero pago con gusto porque son las cosas que me recuerdan que sigo siendo yo a pesar de todo. “Me siento vivo consumiendo”, qué pensamiento burgués. Ahora me siento un desclasado. ¿Uno tiene que consumir para sentirse bien? Si es así, se confirma una vez más que este mundo es una mierda. El tratamiento que no hago también es una forma de consumo, entonces. ¿Por qué no junto la plata y lo hago? Bah, tampoco puedo juntar tanto para hacerlo particular, qué digo… 

Lo que también me hace sentir bien es escribir. Eso es gratis, o por lo menos es barato. Cuando las molestias en el pecho o los sobresaltos no me dejan dormir agarro y vuelco al papel las cosas que tengo en la cabeza. Vos, cuadernito, sos mi cable a tierra de emergencia, aunque cada vez funcionás peor. A veces releo lo que escribo y me doy cuenta de que me pasé meses pensando en lo mismo noche tras noche. No avanzo en nada. Me siento como el chabón de “El día de la Marmota”, repitiendo el mismo día de forma diferente. Yo tampoco sé si puedo romper el ciclo. Creo que mis ciclos son cada vez más rápidos. 

Siento que nunca tuve tiempo para ocuparme de mí mismo. Capaz nunca terminé de desarrollar mi personalidad del todo. ¿Será eso lo que me enfermó? Hay preguntas que por miedo o por presión social nunca me animé a hacerme, y recién ahora empecé a darme cuenta. Hay cosas que nunca me atreví a decir, o a desear, o a pensar. Siempre fui mi propio agente de censura, capaz por eso me portaba tan bien de chiquito. En terapia había hablado de eso. Qué infancia de mierda. ¿Cuantas cosas tengo asumidas de mi propia personalidad que quizás son mentiras para adaptarme mejor a mi entorno? Ya no estoy seguro de ser quien creía ser. ¿Y qué tal si me diera rienda suelta para explorar otras formas de ser que me sean más naturales? ¿A qué le tengo miedo, exactamente? Tal vez a los fantasmas de mí mismo. Quizás les tengo más miedo a las preguntas que a las respuestas. 

Los vecinos se pusieron a discutir de nuevo en el piso de arriba, manga de salvajes. Un día yo también me voy a hartar y voy a empezar a gritar las cosas que me joden de los otros. Me envenena escuchar discutir a la gente. De nuevo me duele el pecho. ¿Y si en lugar de los pulmones es el corazón? Había leído que el insomnio aumenta el riesgo de sufrir un ACV. No quiero que me agarre un ACV durmiendo. ¿Eso puede pasar? ¿O sólo de día? Tengo miedo otra vez. Escribir en esta posición me hace mal al cuello. Necesito más almohadas, y cambiar este colchón en cuanto tenga un mango. Encima seguro que después me cuesta entenderme la letra por escribir torcido.

 
Consigna del día 5: Llevar un elemento del texto al extremo (características de un personaje, modos de hablar, sintaxis, puntuación, etc.), atravesando nuestros propios límites.

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