17 de agosto



Hoy ya habrán adivinado que conmemoramos la muerte del Gral. Don José de San Martín. Sin duda él fue un pilar fundamental en la historia latinoamericana en vida, y un símbolo de soberanía y libertad hoy, a 164 años de su fallecimiento. Hoy más vivo que nunca, gracias a sus máximas y sus principios que representaron y representan el verdadero espíritu argentino y latinoamericano de libertad y soberanía.

Es demasiado apresurado imaginarse a Buenos Aires en 1816 como un emporio patriota con banderitas celestes y blancas en las calles, y gente de todas las castas y sangres aplaudir a la Patria naciente  con todo orgullo y toda pasión nacionalista. Muy por el contrario, Buenos Aires era una ciudad de muchos contrastes cívicos, políticos e ideológicos. Sería más propio imaginarse a Buenos Aires cubierto de banderas celestes y blancas y con buques ingleses descargando mercancía detrás del fuerte.

Si escucharon, recordarán que en el discurso que preparé sobre el 25 de mayo hablé sobre la influencia inglesa en el Río de la Plata. La declaración de independencia y las guerras independentistas que se libraban sirvieron de maravilla a los intereses porteños que clamaban por abrir su puerto a la mercancía inglesa. Mientras negros y mulatos caían como moscas en las provincias los comerciantes y hacendados contaban el oro y la plata.

San Martín, luego de forzar la retirada de los realistas a Chile y el noroeste, ideó un plan para liberar Chile. Envió a un emisario a Santiago a dar órdenes de cooperación con el Triunvirato. Éste fue inmediatamente expulsado en una mula a través de la cordillera, por el camino más corto para llegar con más prisa a Buenos Aires. El informante le hizo saber a San Martín sobre este paso en las montañas y por allí cruzó con su ejército.

Pese a la emboscada en Cancha Rayada (en la cual perdió a gran parte de sus hombres y provisiones), San Martín siguió adelante hasta Chacabuco, y allí liberó Chile. Con sus hombres agotados, pero motivados por la victoria, San Martín planificó el desembarco en Perú. Pero antes de partir, debió encargarse de los asuntos políticos de Chile. Se debía decidir si los territorios de Chile, que pertenecían al Virreinato, serían parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Envió una carta a Buenos Aires. Luego otra. Luego otra… Luego otra… Y la respuesta nunca llegó, tal vez porque a Londres no le agradaba mucho la idea de una Latinoamérica unificada en un solo territorio.

Chile fue independiente, y San Martín fue a Perú. Allí se reunió con Bolívar, quien soñaba con una unidad latinoamericana (la “Gran Colombia”). Sin embargo, y de nuevo, las decisiones de Buenos Aires no fueron favorables para este proyecto, y Perú surgió como nación.

San Martín, viendo cumplida su tarea, entregó sus huestes a Bolívar y retornó a Buenos Aires. No se quedaría a ver las guerras civiles, no deseaba derramar la sangre de sus compatriotas.

Éste fue San Martín, un héroe al servicio de la libertad y la soberanía que hizo todo lo que sus ideas y su conciencia expresaban, hasta donde se lo permitieron desde el puerto y, por supuesto, desde la metrópolis. La nueva metrópolis.

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