Los que deciden

Intentos.
Avances sobre la plaza.
La multitud está dispuesta a todo.
Amenazas.
Nadie las cree.
Adentro, los que deciden.
Los que tienen la última palabra…
Siempre.


Dudas.
Cuestionamiento.
“¿Por qué deciden por mí?”.
Ideas que llaman al pensamiento.
Rebeldía.
Adentro, los que deciden.
Los que tienen la última palabra…
Siempre.


Movimiento.
“¡Queremos saber!”
La masa se agita.
Avanzan.
En los novatos la seguridad se debilita.
“¿Y si pasa algo?”.
Adentro, los que deciden.
Los que tienen la última palabra…
Siempre.


Estruendo.
Explosiones.
Las nubes blancas envuelven la plaza.
Cabezas llenas de moretones.
Los caballos aparecen de la nada.
Llueven garrotazos.
Miedo.
Terror.
Sangre.
Cuerpos hechos pedazos.
Llanto de furia y dolor.
Todos lo escuchan.
Nadie le presta atención.
Adentro, los que deciden.
Los que tienen la última palabra…
Siempre.


Silencio.
Desconcierto.
Las luces de las sirenas.
Su destino aún es incierto.
Corren al vacío.
Adentro, los que deciden.
Los que tienen la última palabra…
Siempre.


Rejas.
Colchones piojosos.
Los familiares llegan preocupadísimos.
Sollozos.
Lágrimas y sangre.
Los demás piden salir.
Maltratos.
Gritos.
Golpes.
Todo acabó.
En la plaza, casquillos y charcos de sangre.
Nadie los miró.
En la mesa, la firma.
El fracaso.
Su decisión.
La de ellos.
Los que tienen la última palabra…

Siempre.

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