Cuentos de mi infancia
Los Guaraníes (11 años)
Cuando
todavía no había llegado el hombre blanco, los guaraníes habían vivido en paz
durante un tiempo muy largo.
Así vivían hasta que un día llegó un
Tehuelche a su tierra. Había huído sin parar desde hace semanas dando una
noticia muy importante de pueblo en pueblo.
Les dijo que unos hombres color
gusano con una capa de metal sobre su cuerpo y palos de metal doblado que tiran
fuego estaban matando a la gente de su tribu.
El cacique de los guaraníes dijo que
estaba loco y que lo echaran de la aldea. Y así fué.
Por varios meses siguieron viviendo
en paz, hasta que un día se oyó un trueno a lo lejos. Pero era muy raro porque
el cielo estaba despejado. Se acercaron al lugar y se escuchó otro trueno más
cerca. Al finalizar ese trueno, un hombre del grupo cayó muerto, sangrando y
con el pecho agujereado. Se escuchó otra vez, y esta vez se vió una llama color
anaranjada sobre un arbusto. Otro hombre cayó malherido en la pierna.
Luego de eso, salieron detrás de los
arbustos otros hombres color gusano, con una capa y sombrero metálicos sobre su
cuerpo, una gran hoja de metal colgando de su cintura y un palo de metal
grueso, agujereado y humeante. No cabía duda de que de ahí se produjo la flama.
Como dijo ese tehuelche, esos hombres vinieron para acabar con la cultura, el espacio, la libertad, la vida entera de su pueblo.
FIN
La sorpresa del mucamo (10 años)
Mi señor estaba muy
preocupado por sus negocios. La crisis de 1929 lo había dejado en la ruina. Tan
en la ruina que decidió suicidarse. Fue a su escritorio y extrajo el revolver
de su cajón, se lo apoyó en la sien y disparó, pero el tiro no salía. Eso era
imposible, había aceitado, cargado y probado el arma esa misma mañana. Probó
una, dos, tres... nada. Revisó el tambor del arma: tenia las 6 balas, pero 1 no
tenia su plomo. Como el arma no disparaba, decidió cortarse el cuello, pero en
su muerte no quería sentir dolor. Entonces empezó a beber cognac para
embriagarse y no sentir el filo de la navaja. Pero nunca se terminó de
emborrachar.
A la mañana siguiente
encontré el plomo que faltaba: estaba en la cabeza del cadaver de mi señor...
LA DAMA DE BLANCO (10 Años)
Era un domingo como cualquiera en Plaza Francia. Mientras los
vendedores de los puestos feriantes vendían sus productos a los turistas y
algunas personas se volvían a sus casas a hacer lo que debían, yo vagaba por la
famosa plaza. Era un fanático de la historia argentina, y me gustaba ir a los
cementerios a visitar a los héroes de la historia. Héroes como José de San
Martín, Manuel Belgrano, José Castelli, etc.
Me fijé en mi reloj la hora.
Eran las 16:58. Pensé que si aprovecho esos dos minutos para ver a Sarmiento,
utilizaría bien mi tiempo.
Entré al cementerio, me guié
por los carteles y llegué al Mausoleo Sarmiento. Leí una de las muchas placas.
Ésta decía así:
Aquí yacen los restos
De
DOMINGO FAUSTINO
SARMIENTO
y su familia
P A X
Luego de leer esa placa, le
dediqué mi atención al Mausoleo de Eva Perón y otros tantos mausoleos. Cuando
me acerqué a la puerta de salida sucedió mi peor pesadilla, estaba
herméticamente cerrada. Me quedé adentro del cementerio.
Desesperadamente busqué una
salida alternativa, pero al no encontrarla, tomé la peor decisión de mi vida,
decidí pasar la noche en el cementerio.
Rápidamente se hicieron las
20:00 y empecé a recorrer el cementerio, pensando cómo salir. Cuando llegué a
la calle principal del cementerio, me llamó la atención la gran rejilla del
suelo. Pensé:<<Yo quepo por esa rejilla. Si me meto y me deslizo por los
conductos podré llegar a alguna alcantarilla del exterior e irme de
acá.>>
Retiré la tapa y me metí al
caño. Pero el ambiente en la cañería era más de terror que todas las películas
de miedo del mundo. Había cerca de cincuenta ratas de ojos y dientes
amarillentos, más de mil quinientas cucarachas y arañas. Y lo que es peor, si
miraba hacia arriba veía, montones de ataúdes sin su base, todos podridos y
completamente vacíos. Si miraba hacia abajo, ésto es deplorable y siniestro, si
miraba hacia abajo, veía cadáveres humanos caídos de los ataúdes desfondados,
todos putrefactos, verdes como lechugas, con gusanos en la carne, ratas en
donde deberían estar los ojos y cucarachas en la boca y en la naríz.
Espantado salí corriendo del
pozo hacia cualquier dirección y sentido, aún poseído por el terror. De pronto,
me golpeé la cabeza con un mármol y quedé inconciente varios minutos.
Cuando desperté ví un
espectro blanco pasar a toda velocidad por el pasillo de las bóvedas.
Aterrorizado pero intrigado, seguí ese espectro, y al final del pasillo, una
mano huesuda y blanca me hizo señas para que vaya hacia ella. Muerto de miedo y
con cautela me acerqué y la ví: era una mujer hermosa y delgada de unos
veinticuatro años y con un lindo vestido blanco. Su cuerpo emitía una luz
blanquecina y tenía un valioso collar de diamantes.
Por un momento se me fué el
miedo, pero el miedo volvió cuando la mujer subió su cabeza, que había
mantenido abajo: ¡tenía cara de calavera!. Empecé a gritar como loco, pero la
mujer me dijo: -no tengas miedo, no te voy a hacer nada.- Entonces mis gritos
cesaron y le pregunté: -¿quién sos? ¿qué querés de mí?- La mujer me respondió:
-Soy “la dama de blanco” y quiero ayudarte a salir del cementerio. No quiero
que termines como yo.-
Yo le pregunté: -¿te moriste en el cementerio? ¿Pero, cómo?-
La dama de blanco respondió: -En 1898 fuí a visitar a Rogelio, mi
novio, al cementerio. De repente, me quedé adentro del cementerio, un espectro
negro vino hacia mí y ... morí.-
En eso le pregunté: -¿cómo
salgo del cementerio? ¿cómo hago para salir?- Ella respondió: -debés pasar las
tres pruebas: confianza, valor y
sabiduría-.
-De acuerdo-, dije. Entonces
ella me condujo a una escalerilla que llevaba al techo de una tumba. Yo subí y
me quedé inmóvil. Luego ella dijo:- es una prueba de confianza, te tirás del
techo y yo te detengo.- Entonces yo dije:- puedo hacerlo, ¡puedo hacerlo!
¡puedo hacerlo!!! Y salté a toda velocidad hacia el vacío.
De repente, un destello
cegador color blanco me empujó hacia arriba a la velocidad de un relámpago.
Quedé suspendido en el aire y comencé a bajar lentamente metro por metro hasta
tocar tierra. La Dama de Blanco se me acercó y me dijo: “-Pasaste la primera
prueba-“.
Luego ella me condujo hasta
la rejilla de la que había salido despavorido, y me dijo: -entra, confía en mí.
No te va a pasar nada-. Me metí otra vez
tratando de controlar mis miedos. Me señaló un cadáver. Ese cadáver ya
estaba hecho un esqueleto. Tenía retazos amarillentos de un vestido que
anteriormente había sido blanco. Ahora amarillento y corroído por el tiempo, y
en su cuello había un oxidado y
brillante collar de diamantes.
Me miró a los ojos y me
dijo: -Ésa soy yo-.
Se acercó más al cadáver y
lo tocó como acariciándolo. –Olvidé decirte que como acción alegórica a lo que
me pasó me enterraron acá- dijo.
Yo pregunté: -¿sólo para
ésto me trajiste hasta acá?
-¡No!- dijo. –No te traje
aquí para esto, estás acá por la segunda prueba, VALOR.
-Lo que tenés que hacer es
pasar entre los cadáveres hasta la punta y volver, nada más-. –Bueno-dije.
Junté todo mi valor y empecé
a avanzar. Tratando de no mirar los cuerpos, ya en regresión cadavérica, y de no
vomitar del olor a putrefacción, me dirigí a la punta del túnel. Cuando llegué
al extremo de la cueva, el olor nauseabundo a residuos de la alcantarilla y a
descomposición de tejidos muertos, me hicieron volver corriendo al exterior a
vomitar. La Dama de Blanco me dijo: -vomitar no cuenta como cobardía, pasaste
la segunda prueba-.
Luego ella me dijo:-La
tercera prueba es la más difícil de todas. Sólo yo y los otros muertos sabemos
lo que queremos en realidad. Algo que todos los muertos anhelan. Ahora ... ¿qué
es lo que quiero yo en realidad?-. Me senté a pensar en esa pregunta, y luego
recordé mi visita al Mausoleo Sarmiento. La placa decía: PAX. Traducido del
latín al español significa PAZ. De esa palabra supe lo que ella quería.
Me levanté y le dije: -ya sé
lo que querés, son tres palabras, descanse en ...--¡Cuidado!- dijo ella, y me
tiró al piso. De repente, una sombra negra pasó sobre mí. Ella dijo: -atrás
Rogelio, no me obligues a hacer que él diga lo que me iba a decir a mí-. La
sombra vino hacia mí a toda velocidad. Ella me dijo: -¡ Decile lo que me ibas a
decir a mí! Entonces dije: -¡Descanse en paz!-.Y la sombra se desvaneció en el
aire.
Ella me dijo: -¡Decímelo!
Por favor.- Entonces dije: -Está bien. Descanse en paz.-
La Dama de Blanco se
desintegró. También el Cementerio, Plaza Francia y todo a mi alrededor. Me
encontré cayendo en un vacío sin fín. Cuando llegué al supuesto piso, caí de
frente y me desmayé.
Me desperté varias horas más
tarde. Estaba en el cementerio, frente al Mausoleo de Eva Perón y con un dolor
insoportable en la frente. Me encontraba en el suelo, sobre una camilla y
rodeado por una multitud de policías, médicos, periodistas y gente curiosa. El
mármol estaba cubierto de sangre, también las baldosas del piso y mi cuerpo. Le
pregunté a un policía: -¿qué pasó? ¿cómo llegué acá?-. El policía respondió:
-Te golpeaste la cabeza con el mármol y te desmayaste. Como te abriste un tajo
en la cabeza, te van a llevar al hospital y te van a dar puntos.-
Finalmente, me tranquilicé
sabiendo que todo fue un sueño... ¿o no? ¿o si? ¿o no? ¿o si? ¿o no? Esa es una
incógnita que nunca deduje. Lo
importante es que yo nunca le dije a nadie sobre lo ocurrido esa noche, que fue
la mas larga y tenebrosa de mi vida.
Lo que me preocupa aun es la Dama de Blanco, un
alma en pena que lo único que quería de mi era enseñarme sobre la vida y la
muerte, además de tres palabras salidas de la boca de un vivo: Descanse en Paz.
Sigo pensando en la Dama de Blanco.
Pienso en que estaba muy agradecida, porque, cuando desperté de una siesta en
el hospital, encontré una nota que decía ´´GRACIAS´´, un pedazo de vestido
viejo color blanco - amarillento y un oxidado collar de diamantes.
LA CABEZA VOLADORA (9 Años)
Cierta noche, previa al día del niño, yo estaba en la taberna de Tomy
tomando un pequeño vaso de whisky. Estaba deprimido porque no tenía dinero para
comprarle ningún regalo a mi hijo. Ni siquiera tenía $2 para comprarle una lata
para hacerle un balero.
Pagué mi whisky con mi último peso y me fuí a mi casa muy avergonzado.
Estaba por llegar cuando ví algo similar a un globo volar por los aires de la
noche. Con la idea fija de complacer a mi hijo, aunque sea con un miserable
globo, lo seguí corriendo muy rápido. Atravesé la ciudad persiguiendo ese
globo. Luego, me interné en el bosque siguiéndolo. Crucé zanjas, matorrales,
desniveles, e incluso un pantano hasta llegar al cementerio. Allí, lo perdí de vista al descender sobre una
tumba vacía. Me acerqué para agarrar el globo ¡ vaya espanto que me dí al ver
que era una horrible calavera ¡ Una cabeza sin cuerpo. Una cabeza voladora.
Salí despavorido cuando a los pocos metros ví a mi vecino Fredd riéndose
con un control remoto en la mano. -¿de verdad creíste que era una calavera de
verdad?- me preguntó.
Al final, no sé qué me dió más verguenza: no llevarle un regalo a mi
hijo o tener un vecino de tal modo.
FIN
La luz del
campo (9 Años)
Cerca de un restaurante vivia la familia
Gomez.
Los niños Gomez eran muy curiosos y los señores
Gomez eran muy dormilones.
Un día el matrimonio Gomez se fue a dormir la
siesta, y los niños salieron en busca de jue-
gos y aventuras. Sin darse cuenta se perdieron
y entraron a una casa donde la puerta
estaba abierta pero no había nada, y salieron
por la puerta trasera.
Decidieron penetrar en una misteriosa gruta que se ocultaba en
una espesa niebla.
Al penetrar se dieron cuenta de que estaba
llena de jeroglíficos, pero era como un tronco
hueco ( Entras por un lado y salís por el otro
).
En un segundo inexplicablemente cayó la noche
y a lo lejos vieron una luz.
Corrieron en busca de la luz, pero esta se
alejaba cada vez más.
<<¿ Que será esa luz ?>> pensaron
los dos. Pero al pensarlo la luz se detuvo, y al fin pudieron correr hacia ella. Pero se quedaron
congelados al ver que aquella luz era un esqueleto,
que caminaba hacia su cabeza colocada en un
palo, pero la criatura volteo cuando los chicos
salieron disparados del susto que casi los
mata.
El esqueleto furioso tomó su cabeza y fué
corrirendo sin descanso hacia ellos, pero los pobres
chicos no se dieron cuenta de que estaban en un
viejo cementerio abandonado, donde por una
extraña fuerza, los muertos se levantaron en el
acto y comenzaron a perseguirlos.
Los chicos llegaron a su casa, pero lo peor de
todo fue cuando encontraron una nota que decía:
"queridos chicos:
Nosotros sufrimos los
ataques de una criatura que no podemos describir en
este momento, pero les decimos que ... Estamos muertos y muy pronto ustedes
lo estaran también. "
Al bajar la nota de sus ojos vieron a sus papás
colgados de una soga, mientrastanto
los esqueletos llegáron y no se habían
preparado. Pensaron brevemente y decidieron escon-
derse pero no sirvió de nada al ver que el
esqueleto estaba dejando la casa patas para arriba.
Entonces idearon un "plan B", huir.
Pero fue casi imposible, porque la casa estaba
rodeada de esqueletos y muy hambrientos.
Decidieron subir al tejado con la jabalina de
su abuelo (competidor de los juegos olímpicos) y
saltar impulsados por ella, llevándola a
cuestas para alejar a los esquelos.
Los esqueletos le rompieron la jabalina con su
fuerza, entonces los chicos corrieron
pensando en lo importante que hubiese sido no
llevar la jabalina porque era un recuerdo muy valioso para la familia, y bien
cotizada en el mercado por su antiguedad.
De pronto, recordaron una película de ciencia
ficción en donde detenían a los esqueletos a balazos, y viendo que no tenían
opción, saquearon una armería que estaba cerca y comenzaron
a dispararles.
Los huesos comenzaron a volar con el impacto de
las balas, entonces idearon dispararles con una bazooca y en una sola explosión
acabaron con todos y dieron por cumplida su misión.
Pero de repente algo cambió. La noche se
convirtió en día, la nota desapareció y los padres muertos pasaron de muertos a
vivos e intactos.
Al volver a su casa con una tristeza enorme,
los padres exclamaron: "-Qué hace la jabalina del
abuelo aquí?". Al ver que la jabalina
estaba intacta, los chicos estaban más asombrados que sus
padres y les contestaron: -no tenemos la menor
idea.
Por eso, cuando en el campo hay una luz a lo
lejos, no hay que acercarse porque puede traer
problemas, sean huesos o la linterna de alguien
que pretenda ayudarte.
Fin
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