Los generales

Se oye el silbato. Bajan la rampa a toda prisa, porque no hay tiempo que perder. Los primeros en bajar son los primeros en morir. El hombre avanza, cubriéndose con los rieles que había en la playa. No le importa el frío, ni que esté empapado, ni que lo hayan mandado al quinto infierno. El sabe que llegó su hora. Putea para sus adentros a esos vanos generales que dijeron "Adelante, háganlo". Maldecía a los tipos que le hacían la vida imposible desde los acantilados, y que se la quitaban a sus camaradas. Se arma con los últimos vestigios de hombría que le quedan y grita: -¡Adelante!

Se tropieza, se levanta, se recupera, sigue… No le importan sus compañeros, ni los alambres de púas, ni las trampas antitanque, ni los gritos desesperados de auxilio que se oyen en la playa, ni el hecho de que hay más de diez personas disparándole desde arriba. Sólo le importa terminar con el infierno. Pero no puede volver a abordar la lancha y decir “Llévenme a casa”. Tiene que hacer lo que le dijeron sus generales. Por eso los putea, los putea y los putea… Y sigue, y sigue, y sigue…

Y al final para. Y luego observa a su alrededor. Cientos… Miles de camaradas… muertos. No puede más. Una parte de su mente le dice que siga, pero otra dice << Ya no vale la pena.>> Suelta sus armas, se quita su casco y se arrodilla en la arena. Sus dedos sienten el cosquilleo húmedo del terreno. Un olor extraño, mezcla de tierra mojada y pólvora, envuelven el ambiente. Mira al cielo, contemplando el sol y la niebla en su gloria matinal. Y él lo disfruta, como si fuera la primera vez que puede sentir… Que puede pensar... Que puede actuar... El recuerdo de sus miles de camaradas atraviesa sus pensamientos. Siente que los ojos se le derriten, goteando su esencia caliente sobre la arena enrojecida por la sangre. Se pone en cuclillas y empieza a rezar a cualquier dios, porque ya no importa qué crea él, sino en qué creían sus camaradas al momento de morir.

Y de repente lo sabe. Una ráfaga de fuego y plomo lo atraviesa de pies a cabeza de la misma manera que sus recuerdos, haciéndolo estallar de manera salvaje. Se estremece, se agita y sucumbe en su eterno sueño mientras piensa <<Se acabó el horror. Ya no veré más el dolor que sufre el mundo. No sufriré el mal que he padecido, ni el mal que he hecho.>>

Alguien da la señal. Los actores se levantan y se sacuden la arena. El infierno termina otra vez.

Comentarios