Los colores de Alicia - Capítulo 1

Capítulo 1: Ascensión

Aquella noche Alicia no pudo dormir. Se quedo recostada, inmóvil con los ojos cerrados esperando que el sueño le llegue. Sentía revolverse el estómago, le habían prohibido comer por la droga que le habían inyectado. Se moría de hambre.

Intentaba imaginar cosas: el cielo, las ciudades, los autos yendo y viniendo con las luces encendidas. Imaginaba cosas que jamás había visto. También imaginaba cómo sería conocer gente como ella, que no la llenen de preguntas y de cables y que comparta su visión de las cosas sin recibir latigazos por ello. Se imaginaba personas en las que era posible confiar, con las que era posible hablar y reír. Sin darse cuenta, imaginaba la libertad.

En eso oyó que se acercan pasos. Oyó que el que se acercaba traía las llaves de su habitación, que eran cinco personas y que se daban prisa. Alice abrió los ojos y se incorporó para recibir apropiadamente a sus invitados.

Abrieron la puerta. Aparecieron tres hombres vestidos con extraña ropa negra y roja, armados hasta los dientes.

- ¡Alicia!

- Sí… ¿quién voy a ser?

- Toma tus tres cosas más importantes y ven con nosotros. No podrás volver luego, toma sólo las tres cosas más importantes que puedas llevar en las manos.

- ¿Puedo saber por qué?

- ¡El tiempo no sobra! ¡Toma tus putas cosas ya o te… !

- N-no hace falta gritarme…

- ¡Ahora… ! ¡Rápido… ! ¡Vamos… !

Eligió dos libros, "El guardián entre el centeno" y "Filosofía en el tocador", y un collar con un símbolo extraño que le dijeron que era de su madre.

- ¡Ya está!

- Bien, ahora ven con nosotros.

- Jamás me han dejado salir de mi habitación sin…

- ¡Me importa una mierda! ¡Ahora vienes con nosotros!

- P-podrían tratarme un poco mejor, ¿no? Además, no me estoy negando.

- No lo repetiré. ¡Ven!

Se acercó a la puerta con cierto temor, porque esa salida nocturna estaba fuera de lo normal. Fuera de la habitación había dos personas con batas de laboratorio, pero no llevaban carpetas ni jeringas. Sólo miraban.

Los cinco la condujeron por un pasillo alargado, donde había muchas habitaciones como la de ella. La única diferencia era que en las habitaciones había animales de gran tamaño. Estaba muy confundida. ¿Animales? ¿Dónde estaba? ¿Dónde iba? ¿Quiénes eran esos tipos armados? Llegaron finalente a una habitación donde había seis mesas con lavabos en los extremos y muchísimos tubos de ensayo con líquidos que variaban su color. Todo estaba iluminado de manera muy tenue. También había jaulas con ratones blancos, jeringas como las que llevaban los hombres con bata y máquinas extrañas que emitian luces de colores. Sobre una de las mesas había un conjunto de ropa y zapatos con un abrigo.

- Sácate la bata y ponte eso. Tienes diez minutos.

- ¿N-no se van a ir? ¡Soy una mujer, necesito privacidad!

- Pierdes tiempo… Nosotros no miraremos.

- Ja, ja. Sí… claro… cómo no…

Ahí, frente al público exclusivo, se quitó todo lo que tenía y se vistió con la nueva ropa. Tardó bastante tiempo, puesto que Alicia no estaba acostumbrada a usar prendas comunes. El conjunto consistía en una remera musculosa negra, un saco de lana fina violeta, calzas, una falda violeta y zapatos que eran botas.

- ¿Ya está?

- Eh… S-sí…

- Bien, toma tus cosas y vamos. Abróchate el saco, afuera hace frío.

- ¿A-afuera?

- Te diré en el camino, ¡vamos!

- ¿Saldré al exterior?

- ¿Es que no entiendes mi idioma? Por supuesto que saldrás afuera. ¡Vamos!

Los seis salieron de la sala y abordaron un gran ascensor que los llevó más de diez pisos arriba. Allí Alicia se hizo una idea del tamaño del lugar, de la cantidad de gente que vivia y/o trabajaba en ese edificio. Y tambien entendió que desde que tenía memoria había vivido bajo tierra sin darse cuenta siquiera. Al llegar a la superficie vio un gran vestíbulo con un mostrador y una enorme puerta de vidrio que daba a lo que ella creía que era la calle. Afuera había un vehículo de cuatro puertas color negro con una insignia roja en forma de rombo. Más lejos, casi en el horizonte, se veían las luces de la ciudad. Salieron y tres de ellos subieron con Alicia a la parte trasera.

El vehículo arrancó, seguido por otros dos que esperaban atrás. Uno de los hombres armados le hablaba.

- Bien. Ahora, Alicia, te explicaré la situación.

- ¡Al fin! ¡Me debían una explicación por levantarme y decirme que me pusiera… !

- Escucha, Alicia. Esto es importante. Te llevaremos a un lugar nuevo. Un nuevo hogar. ¿Te han dicho alguna vez qué es un orfanato?

- ¿Un orfanato? No.

- Es un lugar donde van los niños y los jóvenes que no tienen a nadie que los pueda cuidar.

- P-pero… yo tengo personas que me cuidan…

- Lo sé, pero las cosas cambiaron. Tu ya estás grande y fuerte, y a pesar de ser una jovencita no necesitas que nadie te cuide. Es por eso que te llevaremos a un orfanato, para que te puedas cudar sola bajo la supervisión de otras personas.

- ¿Conoceré gente nueva?

- ¡Claro! Conocerás chicas y chicos como tú. Podrás hacer amigos y, quién sabe, quizás hasta un novio. Je, je.

- Entonces… podré ver como es la vida real, más allá de los libros, las imágenes y las historietas que leo.

- Claro.

- Y relacionarme con chicas y chicos como yo.

- Por supuesto.

-

- ¿Qué? ¿Qué pasa?

- ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes, cuando era una niña? Apenas tengo memoria de cómo era hace más o menos hace cinco años. ¿Por qué ahora, hoy, esta noche, me sacan de la habitación en donde crecí y me suben a un auto extraño con personas que no conozco diciendo que debo cambiar de vida? No es justo… No es justo que ésto pase ahora…

Alicia sollozaba con las manos en los ojos, empapando las mangas del saco violeta.

- Alicia… Tu no entenderías… No tienes idea de lo importante que eres. Lo único que importa es que debemos protegerte, a toda costa. Debías estar con nosotros, por tu propio bien… y por el de muchas personas.

- Pero… mi vida… Toda mi vida en esa habitación…

- Ya, ya. Ya está. Ya pasó. Ahora has entrado en una nueva etapa. Todo terminó.

- ¿Y ahora que voy a hacer? No sé hacer nada, nada… No soy nada…

El hombre sacó un portafolios de entre sus piernas. De allí sacó un dossier con hojas tipo documento y una fotografía de Alicia de niña. Se puso a leer mientras ella se secaba las lágrmas y miraba melancólica las luces de los rascacielos.

- Nombre: Alicia T. Penber. Fecha de nacimiento: 28 de octubre de 1996. Padre: John S. Penber. Madre: Sara H. Klein. Ambos murieron en un accidente automovilistico en diciembre del año en que naciste. Nacionalidad: Reino Unido. Grupo sanguíneo: O positivo. Identificación Nº: 38569421 Hermanos: NO. Familiares cercanos: NO. Localización anterior: Orfanato St. Mary East. Esto es lo que te tienes que memorizar. ¿Escuchaste?

-

- ¿Alicia? ¿Escuchaste?

- No son mis verdaderos datos, ¿verdad?

- Sí, los son para ti y para el orfanato al que vas. Por eso tienes que prestar atención.

-

- Alicia… Entiendo que es dificil para ti…

-

- Déjame decirte cómo son las cosas: pasaste tu vida en una caja y ahora tienes la oportunidad de salir. No me digas que no habrás deseado salir por tu cuenta algún día. Conocer el mundo, su gente, las ciudades… Yo no lo veo como algo negativo, sino todo lo contrario. Vamos, pocas personas tienen la oportunidad de comenzar una nueva vida.

- Creo que de nada servirá hacer más preguntas.

-

El auto avanzaba rápido hacia la ciudad por la autopista, casi vacía por la hora. Atravesaba un estrecho marítimo donde la luna reflejaba como en un monton de pequeños espejos. Nadie hablaba ya, todos miraban por las ventanillas como esperando algo.

Alicia estaba inmóvil, recostada contra el vidrio de la ventanilla trasera. Sujetaba con fuerza el collar de su madre mientras miraba la noche en todo su esplendor. Esa noche había luna llena. Pudo verla grande y hermosa por primera vez, como si estuviera dándole la bienvenida al mundo mientras las estrellas danzaban a su alrededor. En la vereda del puente sólo había un indigente, y un gato negro acostado en la barandilla. Terminaron de cruzar y se adentraron en la ciudad por una avenida. Lo que vio la sorprendió: había televisores del tamaño de edificios que iluminaban el cielo, cientos de personas en las calles llendo y viniendo como si fuera de día, autos que colmaban desde la calle más angosta hasta la avenida más ancha, y una cantidad de carteles tan grande que las letras saturaban la vista.

La escena era impresionante para Alicia, mas no pudo permanecer despieta por mucho que lo intentó.

- Alicia… Alicia…

- Mhh… ¿Qué?

- Ya casi hemos llegado. Despierta.

Cuando abrió los ojos el auto se había detenido. Era aún muy temprano, apenas pasada la aurora.

- ¡Buenos días, Alicia!

Se sentó y miró a su alrededor. Estaban en medio de una carretera con una selva a su alrededor. A unos 100 metros adelante había un parada de buses y una intersección donde se podían ver parcelas de cultivo. Aún no había gente trabajando, era muy temprano. Más lejos se veían cables de alta tensión y algunas casas y edificios dispersos. Atrás aún se podía ver la ciudad, pero demasiado alejada. Incluso podía ser otra ciudad.

- ¿Dónde estamos?

- Ya llegaremos a eso. Bien, ¿recuerdas lo que te dije ayer? ¿Lo que te tenías que memorizar?

- Sí.

- ¿Qué contestarás si te preguntan sobre tus padres?

- Murieron en un accidente cuando yo era una bebé.

- ¿Y si tienes familiares o hermanos?

- No hay ninguno.

- ¡Muy bien!

-

- Y eso no es todo…

- ¿Qué más tengo que decir?

- Esto lo tienes que saber tú. Tienes 16 años, hoy es 13 de noviembre de 2012, son las 6:54 A.M. Cumples años el 28 de octubre.

- ¿En eso puedo fiarme de tí?

- No es de buena educación preguntar eso, Alicia. Sí, es cierto.

-

- Bien, esa es la primera cosa que debes saber. La segunda es un pedido. Un pedido muy especial.

- ¿Un pedido? Ustedes me van a hacer a mi un pedido…

- Esto que te pediremos debes hacerlo por ti. Es por tu propio bien.

- A ver…

El hombre tomó el portafolios de donde había sacado el dossier. Lo sacó y se lo entregó junto con un estuche metálico del tamaño de su mano. El estuche era un poco pesado para su tamaño, llevaba grabado el mismo símbolo con forma de rombo que había visto en la puerta del auto.

- ¿Qué es esto?

- Es un estuche para el transporte de sustancias inyectables de uso médico. Dentro hay 40 dosis de una de las drogas que te inyectaban los científicos antes. Lo que debes hacer es esto: todas las noches debes tomar una dosis e ir a la enfermería a buscar una jeringa, pondrás la dosis en ella y te la darás por intravenosa.

- Así que debo ir todas las noches a buscar una jeringa para drogarme con algo que ni siquiera sé qué es. ¿Ésa es la petición?

- Sí. Y debes hacerlo sin que nadie te vea, ni lo sepa. Es muy importante que lo hagas…

- Ustedes están locos si creen que por mi cuenta voy a…

- ¡Debes hacerlo! ¡Por tu propio bien debes hacerlo! Las consecuencias pueden ser terribles para ti si no lo haces… Por favor, debes prometerme que te inyectarás el líquido. Debes prometerlo.

-

- Es por tu propio bien, Alicia.

- Muy bien… Muy bien… Lo haré.

A continuación le entregaron un mapa del lugar escrito con lápiz.

- Estamos aquí. Éste es lugar al que tienes que ir. ¿Sabes usar un mapa?

- Sé cómo funciona, pero nunca usé uno… Obviamente.

- Muy bien, entonces te puedes ir. Fue un placer conocerte, Alicia.

- Eh… ¿Igualmente?

Se bajó del auto y caminó hacia la parada de buses, como lo indicaba el mapa. Aún hacía frío, por la hora de la mañana. Caminaba en línea recta por el costado de la carretera, escuchando los grillos que aún cantaban entre las plantas de la selva. Miraba cuanto podía ver, todo aún era muy nuevo para ella. A lo lejos un autobús dejaba una estela de polvo a su paso, los pájaros hacían una melodía deliciosa con su canto matinal, y un perfume de una naturaleza inexplicable le hacía vivir un sueño. La escena era perfecta.

<<¡Qué cosa!>> pensaba. <<¡De todo esto me he perdido! ¡Y debe haber más! Tal vez aún estoy a tiempo de vivir toda una vida que no tuve, a pesar de que probablemente me vean como un fenómeno inadaptado. Pero… ¿por qué soy tan especial como para tenerme en una habitación toda una vida? Nunca me lo pregunté y, seguramente, jamás me darán la respuesta. Pero bueno… se puede decir que ahora soy… ¿cómo se dice… ? ¿Libre?>>

Llego a la intersección y viró a la derecha. Seguía en linea recta bordeando un canal de regadío. Caminó unos 200 metros hasta otra parada de buses. Allí había un hombre con un sombrero extraño y un sobretodo negro como el que usan los detectives. Tenía la cara tapada por un pañuelo, sólo se le veían los ojos. Le hacía señas a Alicia para que se acercara a él. Ella miró el mapa, el recorrido terminaba allí. No había ningún edificio ni cartel que dijera "Orfanato", pero aquel hombre seguramente debería guiarla a su destino.

<<¡Qué remedio!>>

Alicia cruzó la carretera en dirección a la parada de buses. El hombre misterioso se le acercó. Tenía una voz muy profunda.

- ¿Alicia T. Penber?

- ¿S-sí?

- Venga conmigo, por favor.

Ambos se enfilaron en dirección al terreno que tenían delante.

<<¿Dónde me lleva? Ésta no parece una zona de edificios.>>

Atravesaron la parcela y llegaron a un canal de cultivo similar al que estaba en la carretera, pero éste apenas estaba húmedo.

- ¡Salta!

- ¿A-ahí abajo?

- ¡Salta!

<<¿Pero cuál es su problema? Ya empiezo a desconfiar de este tipo. Podría ser un pervertido… No, él sabe mi nombre. Creo que no me está llevando a ningún orfanato. Mmm… Tendré que esperar para ver. "Todo negativo tiene un positivo".>>

Alicia entonces saltó al canal. El hombre la siguió. Caminaron derecho por el barro siguiendo el canal, que bordeaba todas las parcelas, hasta llegar a un dique de concreto justo abajo de un puente. Allí el hombre subió al terreno y la ayudó a subir, dándole a Alicia una sorpresa.

Sobre el llano había un grupo de personas armadas de casi la misma apariencia que los que la habían llevado hasta allí. Esperaban allí clavando sus miradas en la jóven y, particularmente, en el estuche que llevaba. Algo en el ambiente no estaba bien. El corazón de Alicia latía rápido, una mezcla de miedo y adrenalina.

- Ella es la niña- dijo el hombre que la había acompañado.

Hubo un momento de silencio, con todos los ojos puestos en ella.

- Con que… tú eres la Alicia de la que tanto nos han hablado.

- Supongo… a no ser que esperen a otra Alicia.

- No, tú eres. Lo sé. Lo veo en ti.

- Las personas que me trajeron me dijeron que iría a un orfanato… y no veo ninguno por aquí. ¿Qué pasará ahora?

- Lo sabrás a su tiempo… Pero primero, por favor, entrégame el estuche con las dosis.

Ella no sabía qué responder a eso. La mirada de aquellos hombres era cada vez más incómoda, más penetrante.

<< No sé de quien fiarme. Los que me llevaron antes dijeron que me inyectara una vez por día, y me enviaron aquí. Me enviaron a un "orfanato". Y ahora estos tipos quieren que les entregue mis dosis. ¿Qué hago? >>

- ¡Alicia! Debes entregarnos el estuche.

- L-las personas que me trajeron dijeron que debía inyectármelas.

- Hubo un cambio de planes. ¡Debes entregarlo, ahora!

No había mucho que discutir. En principio, la idea de inyectarse cosas no le caía muy a gusto, y no convenía discutir nada a un grupo de tipos con rifles semiautomáticos. Entregó las dosis, a pesar de la desconfianza.

- …y el dossier.

- ¿T-también el dossier?

- Es muy importante que colabores, pequeña Alicia.

La desconfianza de Alicia creció aún más. El hombre esbozaba una sonrisa tan falsa como perturbadora, parecía casi un psicópata. Además, si algo la molestaba era que la llamaran "pequeña Alicia". Se sentía presionada, estaba muy nerviosa y tenía un poco de miedo, pero una vez más tuvo que ceder.

- Muy bien. Agradezco tu colaboración.

- ¿Y ahora qué?¿Iré al dichoso orfanato?

- Ya te dije, hubo un cambio de planes.

El hombre segía esbozando la misma sonrisa macabra. Ahora, esa misma sonrisa se iba dibujando en los rostros de todos aquellos hombres, que continuaban con los ojos posados en Alicia. Su miedo ahora era mucho más intenso, sentía la sangre galopar en su cabeza, temía a lo desconocido. Temía a lo que pudiera pasar.

- Nos has sido muy útil los últimos 16 años, Alicia querida… Pero ya es hora de despedirnos. ¡Hemos aprendido tanto de ti… ! Tú eres el futuro, gracias a ti se abrirá un nuevo capítulo en la historia… Pero ese capítulo lo abriremos nosotros, lástima que no puedas estar para verlo.

Y de repente su temor se figuró en una palabra que salió de la boca sonriente de aquel hombre:

- ¡Mátenla!

Alicia quedó helada en reacción del miedo. Sintió un sudor frío que recorría su espalda mientras los hombres se preparaban para disparar. Inexplicablemente le temblaban las manos, estaba mareada y desorientada. Los golpes de su corazón sonaban cada vez más fuertes es su cabeza. Todo lo que había vivido en las últimas horas daba vueltas en su mente, confundiéndola. Lentamente comenzó a experimentar un adormecimiento febril tan grande que le costaba mantenerse conciente. No tenía idea de lo que estaba pasándole.

Entonces se dejó vencer por el sueño, y lo último que vio antes de rendirse ante sus síntomas fue a los hombres apuntándole con una sonrisa de absoluta satisfacción.

A unos diez kilómetros del lugar donde Alicia se encontraba, el Instituto Mixto Estatal para el Cuidado de Niños Huérfanos despedía a uno de sus huéspedes. Una pareja conformada por una mujer infértil y un hombre de negocios había encontrado una niña que en adelante sería su hija. Los tres parecían muy felices, pero a esa niña le costaba dejar a sus amigos, con los que había compartido toda una vida. En eso, un taxi llegó a la puerta del edificio.

- Bien, querida. Vámonos a tu nueva casa.– dijo la madre.

- ¿Y cómo es la nueva casa?

- Tiene un jardín con flores al frente, dos pisos, tres habitaciones,… La verás cuando lleguemos, estoy segura que te va a gustar.

La familia se subió al auto y éste arrancó.

En el Instituto todos los niños habían salido a la puerta a despedir a su compañera, y ya estaban entrando otra vez. Todos entraron, menos uno que pidió quedarse en la escalinata. Ese chico miraba a la nada, melancólico, pensativo.

<< Esa sensación extraña… La suelo tener cuando alguien nuevo y especial está por llegar. Pero esta vez es más fuerte de lo normal, ¿Por qué será? >>

De repente se levantó, se sacudió el uniforme y entró.

<< Debo hablar con mis amigos. >>

En la biblioteca del primer piso lo esperaban dos chicas y un jóven con la chimenea encendida, no había nadie más.

- ¿Qué tienes?- preguntó una de las chicas.

- He tenido aquel dolor en mi costado izquierdo.

- Pero no nos han dicho que nadie vendría.- dijo el chico. – Ya sabes que a nosotros nos dicen primero.-

- Lo sé, eso es lo raro. Además, ahora es mucho más fuerte que en otras ocasiones.

<< Deberías ir a la enfermería, es muy extraño como para ser un presagio. ¡A lo mejor es el pescado de la otra noche! >> pensó la otra chica. Ella era muda, pero transmitía lo que pensaba por telepatía.

- Yo me hubiera dado cuenta si fuera eso,tu sabes que no suelo confundir premoniciones con malestares.

- Bueno, bueno… - dijo el chico.- No hay que descartar la posibilidad de que sea una señal, pero tampoco hay que hacerse ilusiones.

- Jamás me había equivocado, no veo por qué hacerlo ahora.

- Mira, Toudou, no ponemos en duda tu versión de las cosas, solo decimos que lo mejor es esperar.- dijo la chica.

- Gracias, Sumiyoshi.

<<¿Y ahora que hacemos? Estoy aburrida… y falta para la hora de la cena…>>

- ¿Ya todos hicieron sus tareas?- preguntó Sumiyoshi.

<< Esteeee… >>

- ¡Akira-chan, la obligación es de todos!

- ¡Ya se puso como hermana mayor otra vez!- dijo el chico.

- Ya la conoces, Kaito. Además, ellas dos son como hermanas.

Sumiyoshi se llevó a Akira a su habitación, prácticamente arrastrándola. Toudou y Kaito se quedaron solos.

- ¿Has visto las noticias últimamente?- preguntó Toudou.

- No, sólo las deportivas. ¿Por qué preguntas?

- Porque pordría ser que hayan asesinado a una pareja y su hijo o hija sea transferido aquí. Es una teoría válida.

- Ja, ja, ja… ¡Que idea más macabra!

- Es sólo una teoría… nunca me había pasado esto así.

- Ya olvídalo, Toudou-kun. El tiempo lo dirá.

- Si… El tiempo lo dirá.

Kaito se fue abajo, dejando solo a Toudou en la biblioteca. Contemplaba la llama mortecina de la chimenea, y pensaba en lo que había sentido. De repente, el dolor en su costado izquierdo desapareció.

<< Mañana será un nuevo día. El tiempo lo dirá… El tiempo lo dirá… >>

Miles de imágenes pasaban por la mente de Alicia, haciéndola vivir los recuerdos ocultos en su memoria. En una imagen se vio a ella de pequeña frente a un enorme espejo, estaba desnuda y tras ella había tres personas con bata de laboratorio. Estaba llorando, aunque no sabía por qué. Con los ojos embotados de lágrimas miró sus manos, que estaban cubiertas de sangre y sus cabellos violáceos, y su cabeza bañada también en sangre. En brazos y piernas tenía cortes hechos con algún tipo de bisturí. Perdía mucha sangre y le dolía terriblemente, por eso estaba llorando.

Una voz habló en su cabeza:

<< Muy bien, Alicia, ya está. Ya pasó. Gracias por colaborar. >>

En otra escena se vio a ella en su versión actual frente al mismo espejo, también desnuda. En sus extremidades aún llevaba las cicatrices de los cortes que le habían hecho. También había tres personas con bata de laboratorio tras ella. Uno se acercó con un bisturí y le abrió las mismas heridas que tenía de pequeña. Una vez más, el sufrimiento fue terrible. Mientras veía cómo se desangraba frente al espejo otra persona se acercó y le inyectó en el cuello un líquido que no alcanzó a ver. Entonces vió cómo en cuestión de media hora sus heridas se volvieron a cerrar. Y una vez más, la voz en su cabeza habló:

<< Muy bien, Alicia, ya está. Ya pasó. Gracias por colaborar. >>

El sueño terminó allí.

Cuando Alicia despertó era de noche. Sentía como si estuviera acostada sobre un río y, efectivamente, cuando abrió los ojos se dio cuenta que estaba dentro de un canal de riego. Todo estaba muy oscuro, puesto que no había iluminación. Junto a ella había un dique de concreto, lo reconoció porque veía la luna reflejada en el agua que se desbordaba. Tenía su ropa desgarrada y el cuerpo le dolía bastante, además había perdido los objetos que había llevado con ella.

- Agh… Mierda… ¿Dónde estoy?

En cuanto se movió descubrió que en su mano derecha había un objeto metálico cuadrado. Era el estuche con las dosis. Entonces se paró y lo levantó para verlo a la luz de la luna, pero algo estaba mal: estaba cubierto de sangre, al igual que sus manos. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad observó que el agua que desbordaba del dique tenía sangre también, indicando que había algo del otro lado. Reunió todo el valor que tenía y miró al otro lado del tope, pero en seguida se alejó conteniendo las arcadas y las lágrimas.

Del otro lado había una pila de no menos de siete cadáveres asesinados en forma brutal. La sangre emanaba de todos sus orificios faciales, casi irreconocibles por la agresión que habían recibido. El agua en su totalidad se teñía de rojo y, asomando de entre los bultos, estaba el dossier con los datos de Alicia.

<< ¿Qué ha pasado?¿Qué ha pasado? Esto no está bien… ¿¡Ahora qué hago!? >>

Alicia entonces miró su ropa. Estaba completamente salpicada de sangre, pero la mayoría no era la suya.

<< No tengo idea de qué pasó aquí, pero no tengo ninguna gana de quedarme. >>

Entonces se armó de valor y tomó el dossier para llevárselo junto con las dosis. Trepó como pudo al terreno y empezó a caminar. Moverse le dolía terriblemente, puesto que estaba herida. Pequeñas gotas de sangre caían de su vientre, a causa de un corte horizontal que no tenía idea de cómo no lo había sentido antes.

<< Debí haber dormido muy bien. >>

En cuestión de minutos llegó a las parada de buses al otro lado de la carretera. Su paso melancólico y adolorido llamó la atención de un par de tipos que esperaban el próximo transporte, sin mencionar su ropa y las manchas rojas. Sin embargo, ella seguía caminando mirando a la oscuridad, a la nada.

- Disculpe, señorita, ¿está usted bien? ¿Algo le pasó?- preguntó uno de los hombres.

- ¿Mhn? Ah… me habla a mí.

- P-pero… ¡E-está cubierta de sangre!- señaló el otro.- ¿Está herida?-

- Ehh… sí, pero no es grave.

- ¿Qué le pasó? ¿Podemos ayudarla?

- N-no sé. No sé lo que me pasó. Desperté así en uno de esos canales… Y había sangre…

Sin pensarlo dos veces uno de los hombres llamó a las autoridades. Una ambulancia y una patrulla policial se hicieron presentes al cabo de unos minutos, pero pronto llegaron más patrullas. La policía había descubierto los cuerpos en la zanja donde había estado Alicia. Por mucho que la interrogaron no pudieron sacar ninguna conclusión de lo sucedido, a exepción de que ella era inocente. Sin embargo, Alicia no dijo nada acerca de que intentaron matarla.

- Los cuerpos encontrados aquí – decía el detective a cargo – tienen lesiones de carácter aplastante, como si hubieran sido golpeados por una masa. También se observan marcas de puños, por lo que se asume que el trabajo fue hecho a mano en su totalidad. Sólo un hombre con músculos de acero y muchísimo odio podría hacer algo así, sin considerar que las víctimas se defendieran. Asimismo hemos encontrado numerosas armas semiautomáticas que fueron disparadas y un cuchillo bayoneta que asumimos que tiene la sangre de la jóven, por el corte que presenta en su abdómen. Quien sea que haya cometido esta crímen debe estar malherido, seguramente se abstuvo de matarla a ella por la agresión que habrá recibido de estos tipos. Aquí tenemos una víctima, no una homicida. El delincuente debió haber huído al bosque, ¡que una patrulla vaya tras él!

Otro misterio de la policía era por qué el grupo de hombres muertos estaba tan fuertemente armado siendo civiles, pero eso excluía a Alicia.

- Cúrenle la herida y llévenla a la Estación de Policía para tomarle declaración oficial. Y... háganle una prueba de agresión sexual, para descartar una violación.

- Como diga, detective.

Mientras los policías hablaban, Alicia estaba sentada en la puerta de la ambulancia. Aún llevaba en la mano el estuche y el dossier manchado, y seguía igual de melancólica. De repente vio un objeto posado junto a la señal de la parada de buses. Era una piedra amorfa y redondeada con un cordel que sobresalía de su parte superior. Lo reconoció en seguida: el collar de su madre. Cuando terminaron de suturarle la herida fue a recogerlo, de manera casi ritual. Tenía algunas gotas de sangre.

<< Un pasado que no fue… Un presente que no sé… Y un futuro incierto… No sé por qué, pero creo que hoy empieza mi libertad. >>

Se lo guardó en un bolsillo y se subió a una patrulla, para ser llevada a la Estación. Sin hacerla esperar la sentaron en un escritorio y empazaron con las preguntas.

- ¿Nombre completo?- preguntó el policía en la oficina.

-

- ¿Nombre completo, por favor?

- Alicia T. Penber

- ¿Fecha de nacimiento?

- 28 de octubre de 1996

- ¿Nacionalidad?

- Este…

- ¿Nacionalidad, por favor?

- No lo sé.

- ¿No sabe su nacionalidad?

- No, ni tampoco como llegué aquí… Ni qué lugar es este…

- Lo que estás diciendo es muy grave. ¿Estás perdida?

- Algo así… No sé donde estoy.

- Bien… Estás en Japón, en la parte norte de la isla de Kyushu.

- Ahh…

- ¡Me sorprende, ya que estás hablando perfecto japonés!

- Sé hablar también en otros idiomas que he escuchado, pero no sé qué idiomas son ni cómo se llaman.

- Eso es algo raro… ya nos ocuparemos. Tienes 16 años, ¿no?¿Eres enmancipada?¿Los nombres de tus padres?

- No lo sé… Nunca los conocí… Toda la información que tengo es ésta.

Entonces Alicia le alcanzó al policía una hoja del dossier, completamente manchada de sangre. El cadete la tomó con algo de asco y leyó lo que pudo del documento.

- "Pa… parents died… accident… december of 1996." Está en inglés, esto no dice mucho… ¿Y quién ha cuidado de ti?

Al no poder responderle "Me inyectaban cosas y me ponían cables" comenzó a inventar una historia con un mínimo de sentido, suficiente para que sea verosímil.

- Estuve en un orfanato, aunque no recuerdo dónde era… de pequeña tenía graves problemas de memoria. Un día fuimos a una excursión y me perdí, y desde entonces ando por mi cuenta. Parece que nadie se dio cuenta de que desaparecí.

- Eh… Ok. Entonces lo único que sabes bien es tu edad y tu nombre… Y tienes una existencia errante alrededor del mundo… Mhh… Es un caso difícil, es como ocuparse de un náufrago. Creo que no nos queda otra que enviarte a un orfanato local, al menos hasta lograr averiguar un poco más sobre tí. Luego veremos si puedes ir con algún familiar lejano, una familia adoptiva o declararte enmancipada y darte apoyo económico, pero lo primero es averiguar tu nacionalidad.

-

- Tienes un color de cabello extraño. ¿Acostumbras teñirte?

- Eh… A veces…

<< ¿De qué está hablando?¿"Pintarme el pelo"? >>

Decidieron no hacer más preguntas, diciendo que ya había padecido mucho en un solo día como para sofocarla con sus inquietudes. Le tomaron sus huellas digitales y luego una patrulla la llevó a un hotel en la ciudad para que pasara la noche. Le dieron nueva ropa y comida, ya que había dicho que hacía dos días que no probaba un bocado.

Durante una semana recibió un trato preferencial por parte de todos los investigadores que iban a hacerle preguntas, a pesar de que las respuestas de Alicia no aclaraban nada del caso de homidicio múltiple ni de su propio origen. En esos días tuvo tiempo de aprender y experimentar las cosas básicas de la vida en sociedad, lo cual la ayudó a ambiertarse. Finalmente decidieron que aunque estuviera involucrada en el asesinato de aquellos hombres no era una testigo en sí, y no podía aportar información útil ni confiable. Inmediatamente le informaron que había sido transferida al Instituto Mixto Estatal para el Cuidado de Niños Huérfanos.

- Mira, te lo explicaré despacio para que entiendas… Usando tus huellas digitales investigamos en todas las bases de datos de todos los gobiernos de las Naciones Unidas… Y no estás registrada en ninguno. Ni el FBI en Estados Unidos, ni la Interpol en Europa pudieron indagar nada acerca de tu procedencia. No sé de dónde es que vienes, pero como no hay ninguna persona, país ni autoridad que te reclame no nos queda otra que declararte ciudadana japonesa y enviarte a un orfanato hasta los 18 años.

- Entonces.. ¿Voy a ir a un orfanato?

- Así es. Y lo harás ahora. ¿Tienes listas tus cosas?

Abandonó el hotel con sus cosas en la mano y subió a una patrulla. No tenía idea de cuál sería su destino, pero estaba tranquila. Sabía que en ese momento estaba segura.

El auto avanzaba rápido por la avenida. Era de día, pudo ver la ciudad en plena actividad. La gente cruzando las calles y avenidas casi hacían temblar el pavimento, los coches formaban hileras muy largas en los semáforos, y un helicóptero despegaba desde lo alto de un edificio.

<< ¡Genial! Algún día quiero viajar en uno de esos. ¿Cómo se llamaban? ¿Heli… avión? >>

- Alicia… ¿Estás bien?

- ¿Ehh? ¡Ah, sí!

- Estabas muy distraída…

- Oh… Lo siento. Nunca había estado aquí. Todo es tan nuevo aún…

- Bueno… Si quieres preguntarme algo puedes hacerlo.

- ¿Dónde está el orfanato?¿Es lejos?

- Bastante. Está a unos diez kilómetros del lugar donde te encontramos, en una aldea. Y aún faltan 45 minutos para llegar allí.

<< ¡Malditos! Entonces todos colaboraban. Nunca hubo un cambio de planes, ése era el plan. ¡Todos querían matarme! Debí haberme guiado por la intuición… que tonta fui… >>

- Estás muy pálida, ¿tienes frío?

- Oh, no. No es nada.

<< Lo que querían era que yo les llevara el estuche con jeringas, y luego me matarían y borrarían toda prueba de mi nombre y mi existencia. Pero, ¿por qué?¿Y por qué era tan importante el estuche? >>

Estuvo la mayor parte del camino pensando con la cabeza en la ventanilla. Los movimientos suaves del auto la adormecían y la hicieron entrar en un estado de ensueño. Pero cuando llegaron a la carretera y pasaron por el lugar donde habían encontrado los cuerpos las visiones de ella con su ropa rasgada, cubierta de sangre y los cadáveres apilados la sobresaltaron y la obligaron a despertarse.

- Inspector…

- ¿Sí?

- ¿Han identificado ya a los hombres que hallaron?

- No debería hablar de un caso así con una persona involucrada, ni con nadie que no sea un policía, pero por ser tú haré una exepción. Además, querrás escuchar esto.

-

- Por la cantidad y el tipo de armas que llevaban suponemos que son parte de una gran organización criminal, probablemente vinculados con los Yakuza. Las familias son muchas y muy bien escondidas. Sin embargo, no lo podemos confirmar.

- ¿Por qué?

- Verás… Todos los miembros del clan Yakuza o sus vinculados tienen un tatuaje característico, casi siempre a la vista. Los cuerpos no lo presentan, por lo tanto no podemos confirmarlo. Sin embargo, también está la posibilidad de que algunos miembros sirvan al clan de forma secreta, y por eso no se hagan tatuar. Pero, como dije, no lo podemos confirmar.

- ¿Y han encontrado alguna pista del asesino?

- Ninguna. La forma en que murieron es y seguirá siendo un gran misterio. Pero lo que sí sabemos es que fue uno de esos hombres el que te hizo ese corte en la panza.

- Oh…

- Ya sé que no recuerdas casi nada, pero lo más seguro es que esos tipos quisieron hacerte algo…

- … ¿y alguien de repente me salvó?

- Yo no diría que te salvó. Te dejó 24 horas en una zanja con una herida abierta. Simplemente vino y les deshizo el cráneo a golpes.

- Al menos evitó que algo peor me pudiera pasar.

- Si piensas que ese tipo te salvó está bien, allá tú, pero no puedo permitir que justifiques a un asesino. Estando involucrada en el caso puedo detenerte por eso, ¿lo sabías? Aún no hay ninguna evidencia que te exonere del todo, podrías ser cómplice.

- N-no, lo siento. No era esa mi intención… Quiero decir…

- Es mejor para los dos no hablar más de eso.

- Está bien.

El resto del camino fue silencio absoluto. Por suerte fue un silencio corto, porque en cuestión de minutos llegaron a las puertas de las institución.

Era un edificio hermoso, parecía un gran palacio. Una hermosa mansión de tres pisos, con columnas de mármol en el vestíbulo y un piso de de piedra pulida tan brillante como resbaloso. En la entrada tenía una gran alfombra roja, cubierta por el techo de un balcón. Fue ahí donde el auto se detuvo.

- Ya llegamos a tu nueva casa.

- ¿Es ésta? ¿Voy a vivir aquí?

- Si, aquí será. Es el Instituto Mixto Estatal para el Cuidado de Niños Huérfanos.

- Pero… creí que los orfanatos en Japón eran mucho más… sencillos.

- Tienes razón. Pero este orfanato, en particular, está subsidiado por una organización privada. Además la educación que reciben es de exelencia, al nivel de las mejores escuelas del país. No es un lugar muy conocido.

- Te conseguimos lo mejor que pudimos, creímos que después de vagar por el mundo te vendría bien un lugar así.- dijo el conductor.

- M-muchas gracias.

Bajó del auto y caminó hacia la entrada, escoltada por el detective. Había una mujer jóven en la entrada que la miraba sonriente, esperándola. Tras ella había dos chicos y dos chicas, que observaban detrás del marco de la puerta. Alicia miró al cielo y luego a los árboles que dejaban caer sus hojas.

<< He vivido cosas terribles… y no me había dado cuenta hasta hace unos días. Pero ahora tengo otra oportunidad, la oportunidad de tener una vida. >>

Caminaba por la escalera con paso tranquilo y firme, observando a su alrededor.

<< Mi antiguo mundo, el que conocía y atesoraba de manera enfermiza, ha muerto… Pero ahora un nuevo mundo se descubre ante mis ojos. Está lleno de placeres y de peligros, pero es un desafío que quiero superar. Hoy empezará mi verdadera libertad… empezará mi viaje. >>

Y así, pensativa, siguió caminando mientras miraba el cielo.

Capítulo 1: Ascensión; FIN

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